Se trata de una ruta homologada y perfectamente señalado por la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada con la denominación PR-G 14.
Comenzamos el camino en Ruxidoira, al pie del Muíño do Cabo, a pocos metros de las piscinas, bajando una escalinata en buen estado, restaurada, la pasarela del molino que cruza el río.
Poco más allá, se oye el rugir del agua de la cascada que se puede admirar desde A Ponte da Fervenza. El camino serpentea descendiendo por el bosque, con árboles centenarios, donde encontramos a pocos metros el desvio del Molino de Pías, continuamos de frente hasta encontranos con el Río Loio, cruzándolo en el Ponte da Retorta., que baja con fuerza.
El camino continúa entre castaños, con abundantes frutos que recogemos en el camino, almendros, sauces, robles, y logramos distinguir pequeños y bellos acebos en la margen del camino, hasta llegar al kilómetro 2 donde se encuentra el imponente Roble Milenario, al pie de la ruta., con otros no menos impresionantes árboles.
Seguimos descendiendo hacia el río para llegar al Molino da Retorta, cruzando por el Ponte do Muíño da Retorta., el más grande de los molinos que hay en la ruta y al fondo podemos disfrutar de otra cascada bien alimentada por las últimas lluvias.
Recorridos 3 kilómetros de la ruta, entre pastos y fincas antiguas, llegamos a la encrucijada que nos llevaría a Suar.
Nosotros continuamos la senda de la derecha, por un hermoso camino lleno de encanto, cruzando bosques de castaños , hasta acceder al Ponte de Portocaneiro.
A 200 metros a la izquierda de la ruta podemos visitar el Molino de Sucastro, en el kilómetro 4 del recorrido, al frente hasta llegar a la Capilla de San Berto, Portocaneiro. por donde descendemos maravillados por una higuera todavía con fruto en sus ramas.
A poca distqncia nos encontramos con un hermoso corgo - escalera estrecha, profunda y en ocasiones serpenteante que discurre generalmente entre elevaciones ,- en la pared descendiendo dirección al río, segumos en el camino con vistas al valle y al pueblo de Igón. Las viñas, cultivadas en bancales en la escarpada ladera, flanquean el camino, a nuestro paso donde el silencio sólo es roto por el clavar de los bastones.
De nuevo volvemos a la ruta encontrándonos el desvío que nos lleva a las Ruínas del Monasterio de Santa María de Loio, donde la tradición asegura que la Orden Militar de los Caballeros de Santiago en el año 1170 hicieron un juramento para proteger a los peregrinos de los asaltos de los infieles. Leemos en la guia del viaje que se conservan restos de edificaciones, escaleras, un sarcófago y la capilla de Sta. María de Loio (Cortes), recientemente restaurada. Nosotros decidimos continuar por el camino principal sin desviarnos a visitarlo.
El tramo final de la senda cuenta con importantes desniveles, y es necesario sortear algúna que otra bajada con la ayuda de escalones de losa insertados en el muro, o solidas rampas nuevas de madera, antes de llegar al final de la travesia en la carretera LU-633 y admirar las impresionantes vistas del puente, de un embalse muy vacio de Belesar.
Información complementaria:
https://www.turismo.gal/recurso/-/detalle/34904/pr-g-14-ruta-do-loio?langId=es_ES&tp=6&ctre=23
https://turismo.ribeirasacra.org/es/ruta/pr-g-14-ruta-do-loio